top of page

A reading woman

1.jpg
3.jpg
1.jpg
2.jpg
  • Foto del escritorMelina Márquez

La traductora-medusa. Serpientes atareadas.

La traductora-medusa


Me encanta hablar con gente que tiene interés en mi oficio. Bueno, aenuno de mis oficios, ese al que dedico unas horas a la semana, normalmente los días de descanso del resto de horas del otro trabajo que también tengo que hacer a la semana. Por suerte, tras varios años y varios cambios de empleo, he conseguido un cierto equilibrio entre los dos trabajos que tengo. El que paga las facturas y me otorga cierta estabilidad y el otro: la traducción. No hay nada que me gustaría más que dedicarme jornada completa a este último, pero ya sabemos cómo funciona el mundo editorial y no quiero que esta publicación se convierta en algo negativo sobre lo precario de nuestro mundo y lo frustrante de ciertos comportamientos editoriales. Aunque, en pocos años en la profesión, ya tengo ejemplos que no puedo contar solo con los dedos de las manos. Por suerte, por el camino también me he topado con editores maravilloso y eso es lo que me mantiene en la profesión, los que se preocupan por ti, por tu trabajo y valoran las horas y horas que dedicamos a cada palabra, a cada texto.



La comparación con Medusa tiene dos razones básicas. Una, está relacionada con su cabeza y la multiplicidad de serpientes o seres con forma de serpiente que la pueblan. Cada serpiente de la cabeza de Medusa se me asemeja a una tarea que ocupa mi mente como traductora y como trabajadora de la multitud de empleos que he tenido hasta hoy. El movimiento, la agresividad con la que siempre se ha representado la melena viperina de Medusa yo la equiparo más bien a la asertividad femenina que siempre es tildada de agresividad. Porque sí, para ser traductora hay que ser asertiva, ambiciosa, sacar confianza de lugares que no la producen y petrificar una y otra vez al insistente síndrome de la impostora. La segunda razón es porque como feminista y enamorada de la literatura, pues el hartazgo de que esta figura haya sido maltratada y usada como metáfora de la mujer mala o del comportamiento femenino no aceptado, me ha llevado a usarla como símbolo de éxito y ambición, la Medusa que me ha hecho llegar hasta donde estoy en el mundo de la traducción. Es más, ojalá hubiera escuchado más el siseo de esa melena viperina y hubiera actuado más «medusamente» en algunas ocasiones, debería honrar más su poder y su fuerza. La figura que nace de esta metáfora es una traductora-medusa decidida a usar la melena, símbolo de la mente, y las serpientes, símbolo de las ideas, para seguir avanzando en este negocio que a veces es un mar de Perseos.


El otro


He nombrado al principio del artículo a «el otro». No sé si por influencia freudiana o porque siempre lo denomino así por defecto, pero con esta denominación me refiero al otro trabajo. Esa labor que, con un sueldo estable, con una nómina mensual, con un contrato indefinido, me permite respirar, vivir tranquila y, por supuesto, me da la oportunidad de dedicar unas horas a la profesión frustrada. Quizá llamar a la traducción «profesión frustrada» suena exagerado o pesimista, pero tras casi una década en el mundillo editorial, puedo decir que aún un poquito de frustración ocupa mi ser. Siempre celebro las pequeñas victorias, sobre todo, porque son las que me mantienen en esta profesión, pero no querría desviarme del propósito de este epígrafe: hablar del otro. Ese otro que ha tenido múltiples caras, múltiples cabezas, formas y colores, sin exagerar, he pasado por multinacionales, bancos, academias, instituciones universitarias e incluso, he sido barquera. Sí, he dicho barquera. Un poco al estilo de Caronte, aunque las almas de mi barca estaban más bien las de turistas y su único destino era el pub al final del recorrido. Ese otro trabajo al que siempre tiendo a prestar menos atención, menos energía, menos entusiasmo porque, con la esperanza e ingenuidad de mi alma traductora, sigo viendo como temporal, como parche y kit de supervivencia que lanzaré por la borda en algún momento (por seguir con el tema de la navegación). El otro es, en realidad, el trabajo con mayúsculas, el que paga mis facturas, mis impuestos, mis caprichos y los libros que compro para alimentar esa melena llena de lenguas viperinas y ambiciosas que siempre necesitan saber más.


Serpientes y más serpientes


Una serpiente por proyecto, nuevas cabezas que surgen de una sola melena, de una sola base, que comparten espacio y tiempo y, en muchas ocasiones, fechas de entrega al límite. Quizá eso explique su irascibilidad, esa asertividad confundida con agresividad, una cabeza por proyecto que debe lidiar con mensajes, investigación, manuales de estilo , traducciones anteriores, traducción actual, revisiones, correcciones hasta que, por fin, puede sonreír cuando correos llama a la puerta para entregar el objeto físico fruto de todos esos meses (o años) de trabajo. Hay serpientes que inician el proceso, que trazan un plan, redactan un proyecto y con la mejor de sus sonrisas llaman a otras puertas. A veces, esta asertividad viperina es rechazada con silencios, otras con buenas palabras (muy agradecidas) y otras son acogidas con más entusiasmo. Por ello, defiendo que la medusa sabe sonreír, sabe mostrar los dientes cuando su ambición es correspondida. Muchas, las réplicas, las hermanas, las otras cabezas no siempre corren la misma suerte. Pero no es problema para la melena de Medusa, sabe que debe seguir crecienco, nuevos proyectos surgirán con el tiempo. Medusa, la guerrera, contra un mar de perseos que, con su rechazo, cortan cabezas y troncan proyectos.




Medusas con la melena al viento como ejemplo de victoria. En este caso, Medusas con serpientes fuertes, asertivas y llenas de entusiasmo por mirar a los ojos al futuro, un futuro incierto en el que los proyectos pueden ser una lluvia atronadora o un goteo intermitente, sin término medio. Pero ellas crecen, la melena se multiplica y, con ello, la Medusa se empodera, toma las riendas de su negocio y, con esperanza y entusiasmo, trabaja cada día en el otro trabajo (el de las mayúsculas) para seguir alimentando a las serpientes del trabajo añorado, ese que cada alma viperina que puebla su cabeza añora y persigue sin descanso.



6 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page