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A reading woman

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  • Foto del escritorMelina Márquez

Entre empotraciones está la historia

¿Por qué no se puede una divertir mientras aprende un poco de historia femenina? La erudición es importante en la academia pero se deberían crear más libros como este para que la historia verídica llegue a todas contada con cierta simpatía y humor del 'bruto'.


Señoras que se empotraron hace mucho de Cristina Domenech rescata o retrata en español a señoras que han pasado o necesitan pasar a la historia no solo por lo que hasta ahora se ha dicho de ellas sino por su manera libre de amar. Diecinueve historias (porque algunas vienen ya en pares) de mujeres que en tres siglos diferentes se rebelaron contra las normas sociales establecidas y quisieron una vida diferente. Diferente porque rechazaban lo primero que se les imponía nada más nacer: el marido. Y si no lo rechazaban de primeras acababan rechazándolo después o cambiando varias veces hasta encontrar uno medianamente agradable que, al menos, no intentara controlarlas.


Entre ellas, Domenech habla de algunas cuyos nombres ya nos suenan. La representación española, por ejemplo, con Elisa y Marcela ya ha pasado a la gran pantalla y, al menos, nos suena eso del primer matrimonio homosexual en España allá por 1901. La historia, con sus pelos y sus cortes de pelo, nos la cuenta Cristina con un humor ácido que le quita hierro a lo negativo y le añade peso a esos ovarios que tuvieron estas señoras para torear a todo un pueblo delante de sus narices. Saliera bien o mal al final, no siempre queda claro.


¿Y qué me decís de Colette? Esta también nos suena. Sí, también hay película y, al igual que leyendo a las señoras empotradoras, en la peli el odio por Willy es inevitable. Esos maridos que no sabían escribir ni la 'o con un canuto' y que se beneficiaban del talento de sus señoras. No es el único caso, la diferencia es que aquí Colette no solo abandonó a su marido sino que encontró en las señoras algo más que apoyo de género. Su presencia en París no dejó indiferente a nadie, entre sus conquistas (o conquistadoras) se habla de Natalie Clifford Barney o una tal Missy (sobrina de Napoleón...)


Matrimonios bostonianos, las Damas de Llangollen y la amistad romántica


Pero Cristina Domenech no hace retratos aislados en la historia, se establecen hilos que no solo unen a empotradoras con empotradoras (al estilo de Alice en The L Word, guiño, guiño) sino que se desarrollan y explican conceptos decimonónicos por los que muchas parejas homosexuales pasaron 'desapercibidas' incluso viviendo y compartiendo su vida entera. Y es que la 'Amistad romántica' lo justificaba todo, no importaban las cartas de amor entre amigas porque todo era inocente, daba igual que durmieran juntas porque todo era por amistad, se compartía casa por ahorrar gastos y cama por... ¿calentarse en invierno? En fin, conceptos decimonónicos que, realmente, podemos alegrarnos de que existieran para que durante un tiempo dejaran vivir en paz a mujeres que se querían y que querían vivir su amor. Este tipo de uniones pasaron a conocerse como 'matrimonios bostonianos' y uno de los famosos lo protagonizaron las Damas de Llangollen, conocidas por crear un espacio idílico alejado de la civilización y ser consideradas ejemplo de pureza (Luego ya, podemos pensar lo que nos dé la gana de la pureza que se profesaban mutuamente).


No voy a comentar todos los personajes aunque me encantaría hacerlo más con un café y charlando sobre los datos más morbosos de las vidas de estas fascinantes empotradoras. Ha habido muchas de las que no sabía nada, otras que me sonaban y algunas que, de nuevo por el cine o plataformas varias, han saltado a la gran pantalla. Quizá si digo Anne Lister todo el mundo tiene en su cabeza la imagen de la serie Jack, The Gentleman. Sí, es la misma. Aunque los Diarios de Anne Lister llevan más tiempo circulando por Inglaterra, la serie quizás va a hacer a esta señora empotradora por excelencia y también bostoniana famosa más allá de los círculos eruditos que se han dedicado a descifrar sus diarios codificados. La señora era empotradora abiertamente en su pueblo pero sus encuentros sexuales estaban codificaditos solo para ella.


En fin, que Señoras que se empotraron hace mucho de Cristina Domenech ha sido un descubrimiento, las mujeres valientes que retrata no solo por su valentía para vivir su amor sino por muchas otras luchas que iban a unidas a ella, merecen ser conocidas y reconocidas.






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